La Tierra filosófica
Han buscado la Tierra filosófica en la calcinación o en la sublimación, entre los vasos transparentes, en el
vitriolo y la sal, como si éstos fueran sus vasos naturales. Algunos se precipitaron para sublimarla a partir
de la cal y del vidrio. Pero nosotros sabemos del Profeta que, «en el principio, Dios creó el cielo y la
tierra», pero que «al estar la tierra sin vida y vacía, las tinieblas estaban sobre la faz del abismo y que el
Espíritu de Dios era llevado sobre las aguas: y Dios dijo: Que sea la luz y la luz fue hecha y Dios vio que
la luz era buena y separó la luz de las tinieblas», etc. El sabio se contentará con la Bendición anunciada a
José por el mismo profeta: «Su tierra provendrá de la bendición del Señor, de los frutos del cielo y del
rocío y del abismo subyacente, de las simientes de los frutos del Sol y de la Luna, de la cima de los
antiguos montes, de las simientes de las colinas eternas...» (
. Hijo mío, adora a Dios en el secreto de tu
corazón a fin de que te sea dispensada una porción de esta tierra bendita.
Si no habéis descubierto el arte en vosotros mismos, nadie os lo hará conocer desde fuera.